2 personalidades y sus 3 maravillosas conversaciones

En la vida, amigos, hay dos clases de personas: A y B. Y, por norma general, funcionan en base a una función en la que B dependerá mayoritariamente de lo que haga A. O eso es lo que seguramente pensarán los de carácter A, ya que nuuuunca le dan importancia a nada, pero en realidad deberán actuar dependiendo del ejercicio de la variable B. Todo muy filosófico, ¿verdad? Pues seguid leyendo y os daréis cuenta de que no es filosofía, solo un cuento chino que explica el camino que pueden llevar dos personas si se combinan entre ellas. 

Primeramente, diremos que A es aquella persona que le da la importancia NECESARIA a las cosas. Ni más ni menos. A veces, le dan incluso menor importancia de la que creen que tendría que tener algo. Son aquellos que no se dan cuenta de las cosas, a los que se les dice algo con retintín y les entra por un oído y les sale por el otro y parece ser que no exista ninguna neurona que se active al cambio.

Por lo contrario, las personas B son mis favoritas. Son aquellas que le dan vueltas a las cosas como si no hubiera mañana. Que si me ha mirado de esa manera, o me ha dicho eso y ha querido decir que… A veces necesitamos meternos una hostia para darnos cuenta de que la mayor parte de la historia han sido hechos ficticios que nos hemos montado nosotros en la cabeza cual película nominada al Oscar al mejor guion de ficción.

El caso es que un experimento realizado por importantes investigadores de la Universidad de Columbia ha descubierto que existen 3 caminos distintos que puede tomar una conversación con un mismo inicio. Es decir, a pesar de que una conversación se inicie de la misma manera, el objetivo final evolucionará o no en relación al tipo de gente que intervenga. Estos son los resultados:

A+A:

A1: Eiiii

A2: Eiiii, ¿todo ok?

A1: Seh, bueno, ahí vamos

A2: Entonces todo ok

A1: Seh

A2: Enga, pues nos vemos

A1: Enga, chao

A+B

A: Eiiii

B: Eiii?! (¿Qué quieres decir con ei?)

A: ¿todo ok?

B: (Ya está, ya me ha cambiado de tema…) Sí, bueno, ahí vamos…

A: Entonces todo ok

B: Sí…. (Como que todo ok….?! Pero si he dicho “bueeeno” pf, ¿no entiende que quiero que me pregunte?)

A: Enga, pues nos vemos

B: (Menudo idiota, ni me pregunta cómo estoy, ni nada. Pues la próxima vez que no me vaya detrás el antipático este). Enga, chao.

B+B

B1: Eiiii

B2: Hola, ¿Qué te pasa?

B1: Nada, ¿lo dices porque he dicho ei, verdad?

B2: Sí, me ha extrañado. ¿Todo ok, entonces?

B1: Sí, bueno, ahí vamos…

B2: ¿Qué te ha pasado? Estás mal, tienes ojeras, has adelgazado, estás más blanca. Te lo he notado desde el principio.

B1: Es verdad, no entiendo qué me pasa… Un día estoy arriba, otro abajo, y ahora creo que me ponen los cuernos. No entiendo a los hombres.

B2: ¿Una foto?

B1: Peor… Su última hora de conexión es de hace diez minutos y llevo una hora con el tic azul…

B2: Maldito tic azul. ¿Cuál ha sido el último mensaje?

B1: Le he preguntado qué tal le iba la mañana en el trabajo… Entraba a las 10 y sale a las 5 de la tarde… Solamente quería hacerle ameno el día…

B2: Ya está, no le hables más, hasta aquí puedes llegar. No sabe apreciar lo bueno. Esto no puede continuar así. Lloremos juntos.

(B1 y B2 lloran)

Y es entonces cuando, después de haber leído el post, te das cuenta de qué tipo de persona eres. Sí, sí, ríete. Pero si ahora ves que eres del tipo A, por favor, deja de jugar con la hipersensibilidad de los del tipo B. En realidad, los B os agradecen infinitamente la paciencia que depositáis en ellos. Por ese motivo, lucharán por cambiar las pajas mentales que se forman día sí, día también. Supongo que lo bueno está en encontrar el equilibrio.