No entiendo muy bien por qué ahora se ha puesto muy de moda que las celebrities expliquen a la humanidad qué objetos llevan en el bolso. Pero ya puestos, como ahora también me considero blogger –aunque no sea ni famosa ni influencer- he decidido ponerme a jugar al mismo juego que todas ellas. Y de eso va el post, en el que os pienso contar Qué llevo en mi bolso, y en el que os daréis cuenta de que toooodas las mujeres del mundo llevamos exactamente lo mismo, solo que pintado con un poco de “jiji-qué-mona-soy” todo queda más fino.
- Un monedero SUPER mono. El mismo con el que combatimos mil veces porque o bien no encontramos las tarjetas de crédito que buscamos, o bien los billetes están arrugados y mezclados con las monedas. El monedero puede ser monísimo, pero es un invento mal organizado, porque cuando llega la hora de querer sacar el dinero eficazmente mientras la señora de la caja te clava la mirada para que le pagues, los nervios se te comen porque no encuentras NADA en un estuchito que teóricamente es el mayor invento del mundo. Y no hablemos de cuando se te ha roto la cremallera o no te cierra porque el bolsillito de las monedas está lleno de chatarra.
- Un paraguas por si llueve. Que curiosamente nunca está cuando lo necesitas. Pero cuando hace un sol radiante lo tienes por dos motivos: porque queda bien tenerlo, y porque ocupa espacio en un bolso grande. Porque todas sabemos que tener un bolso de gran tamaño implica meter mucha cosa para que con el móvil y las llaves no tenga una forma chuchurría.
- Un libro. Esto a veces. Y por lo mismo de antes: Ocupar espacio. Recuerdo que antiguamente siempre cogía uno gordísimo… Hasta que pensé “Tía, tú eres tonta… Llegas a casa con la espalda cargada por el paseo que le has pegado al libro, y ni tan siquiera lo has abierto”. La gente dice que es para los viajes en metro… Pero con lo rápido que se llega a los sitios y entre que tienes que estar de pie cogido a una barra, dudo yo mucho que te dé tiempo a sacarlo y leer más de tres páginas.
- Pintalabios. Yo uso cacao, y cuando llega el invierno. El pintalabios creo que lo perdí en algún rincón del bolso, entre el paquete de kleenex que lleva años ahí metido y las monedas esparcidas por el fondo. ¿Monedas? ¿Pero no tendrían que estar en el monedero? Tendrían. Pero como la maldita cremallera sieeeempre se rompe, o tienes prisa por guardar el dinero y lo metes ahí rápido, al cabo de un año tienes más de dos euros esparcidos por el bolsito, en forma de monedas de 5 céntimos.
- Un móvil. Roto, viejo, con la pantalla guarra y la funda gastada… El típico que se te bloquea cada dos por tres, al que la batería no me dura ni medio día, y que te pone nerviosa cuando te deja sin cobertura cada vez que te mueves en metro. He pensado en meter el cargador en el bolso –total, por una cosa más…– Pero las veces que lo he llevado no he encontrado enchufe.
- ¿Auriculares? Los de la RENFE. Total, todos los demás los acabo perdiendo…
- Gafas de Sol. Indispensables. Lástima que los días más soleados coincidan con los días en los que más despistada esté y, una vez más, me las vuelva a dejar. Lo peor es que ese día siempre se hace alguna foto. Con lo que no te queda otra opción que la de salir con los ojos achinados/hinchados intentando posar para una foto que, seguramente, quedará mal.
- Neceser. Lo que vienen siendo tampones y compresas, pero queda más mono si solo le llamamos neceser. A veces, cuando vas tarde a los sitios no lo metes ni en el neceser. Como mucho lo colocas en el bolsillo lateral del bolso… pero debe existir alguna fuerza sobrehumana que impulsa los queridísimos objetos fuera del bolsillito, cuando yo los había metido DENTRO.
- Las llaves. ¡Qué juguetonas! Que te provocan un ataque al corazón cada vez que llegas a la portería y no las encuentras, y metes la mano por ahí, removiendo el brazo por el interior del bolso, intentando vislumbrarlas con tus ojos desde el exterior. Y no las encuentras. Ahí dentro es todo oscuro, como un pozo sin fondo. Así que no queda otro remedio que mover el bolso como si fuera una maraca. Si suena es buena señal, ahí están, y tarde o temprano tendrán que aparecer. Si no suena…entra por la ventana, que yo no me chivo.